Edificio de Viviendas en Arroyo del Espino

Colmenar Viejo

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Proyecto residencial multifamiliar realizado durante el tiempo de la pandemia; se incrementa por tanto la necesidad de disponer de espacios abiertos privados en cada unidad de vivienda, haciendo esos espacios no solo deseables o atractivos, como ocurre habitualmente, sino que los transforma en imprescindibles para su viabilidad comercial.

Todo ello sin que como generalmente ocurre en la arquitectura de promoción, se hayan de obtener los máximos aprovechamientos urbanísticos disponibles.

Se aprovecha la ubicación en Colmenar Viejo en la sierra de Madrid, para integrarse en su entorno, para desarrollar la idea de edificación rodeada por amplios espacios naturales, de los cuales se pueda disfrutar tanto de forma privada, como colectiva.

Con estas premisas y agotando el número de viviendas y la superficie máxima establecida, resulta un edificio de 16 viviendas, en su mayoría con un programa de cuatro dormitorios. Por tanto, para un destino fundamentalmente de familia y, en todo caso, adaptado a la creciente modalidad de “teletrabajo”.

El conjunto dispone de acceso único, jardines colectivos con área social integrada en ellos, piscinas comunitarias, y sótano común destinado a aparcamiento de vehículos fundamentalmente.

La edificación se organiza con dos entradas o portales que dan paso a ocho viviendas cada uno, dispuestas en cuatro plantas, desde baja hasta ático. Disfrutando cada unidad de amplios jardines de uso privado las de planta baja, y de grandes terrazas las de las plantas superiores.

Gozan de doble orientación, ubicando sus piezas principales y sus jardines y terrazas privadas hacia el mejor soleamiento, y en el caso de las de la planta ático, adicionalmente hacia las vistas disponibles de la sierra madrileña.

El edificio, conceptualmente, surge desde su sección, precisamente para facilitar la aparición de los espacios exteriores mencionados sin perjuicio de otros parámetros relativos al aprovechamiento.

Sus fachadas se acaban en ladrillo, de tonalidades naturales, potenciando la integración en el entorno vegetal en el que se sitúa.

Los volúmenes resultantes, los entrantes y salientes de las terrazas y los vuelos, junto con la propia vibración del material, al verse animados por la incidencia solar y el juego de luces y sombras, manifiestan casi de forma literal, su concepción aterrazada en sección, especialmente desde sus alzados laterales.

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